La oración como herramienta del Martinismo

27.05.2017

Es evidente que el ser humano duerme un sueño muy profundo del que el mismo Ieshouah Gran Arquitecto del Universo debe despertarlo.

No tenemos dudas de que la humanidad porta en su interior la chispa divina que le permitirá despojarse de las cosas triviales y del mundo material, más conocido como el mundo profano por nosotros. Esa chispa es el motor y la inspiración por medio de lo cual se puede generar el anhelo intenso de regreso hacia la Fuente de todo lo existente, lo cual Saint Martín llamó "hombre de deseo" para señalar a quien de forma resuelta busca o percibe que hay un conocimiento capaz de ayudar al ser humano a reconstruir su interioridad como puerta hacia el infinito.

En todos los tiempos y en todos los lugares de la Tierra han existido personas tocadas por la divinidad que despiertan de forma intensa y repentina, o sea, que viven una especie de iluminación que les permite ver que "hay algo más"  que subyace en lo que se vive.

En este milenio aquí y ahora, tiempo en el que la explosión de la tecnología y la información corre a mares, hay muchas más posibilidades de ir hacia arriba a la más diáfana luz o de ir hacia abajo a las más oscuras profundidades. Hay posibilidades de experimentar de manera mucho más sencilla todo aquello que agrede al espíritu o de trabajar para encontrar lo que realmente lo enaltece. Tal vez sea un tiempo de mucha luz y de mucha oscuridad simultáneamente porque es evidente que la masa enorme de la humanidad se despierta hacia uno u otro lado, pero paulatinamente deja atrás muchas tradiciones que forjó la vida de pasadas generaciones.

Nosotros podemos pensar que la alquimia de la humanidad se da por obra de la divinidad, aún sin que ella la quiera experimentar. Pensamos que muchas de las atroces situaciones de guerra y de las presiones de la economía y la política empiezan a romper el duro cascarón de la ignoracia para llevar la mentalidad del común hacia escenarios diferentes. LLegará el día en que el problema no sea la ignorancia de la población, sino su verdadero bienestar.

Vemos que hay muchísima gente entendiendo que lo que se vive en nuestra sociedad del siglo XXI son paradigmas provenientes del pasado que han demostrado su inutilidad: esquemas políticos, estructuras económicas, las grandes religiones organizadas... cada vez menos satisfacen el pensamiento y el corazón.

Vemos la búsqueda de nuevas formas de ver la vida, nuevas concepciones de lo divino y de la relación del ser humano con ello, nuevas formas de vivir que produzcan mayor bienestar, mayor salud, estructuras sociales que promueven la paz en la diversidad, el cuidado de la naturaleza, etc. A todo ello lo llamamos una nueva alquimia social de transformación que de de forma inevitable empuja la Divinidad sin que los seres humanos podamos hacer nada.

Mucho se habla de esta evolución social y para nosotros es simplemente que la marcha de los siglos y de las eras se producen por un determinismo que a muchos les cuesta trabajo reconocer al punto de negarlo rotundamente: Dios o como quiera que lo llamemos mueve a la humanidad en una dirección determinada sin que ella pueda operar ningún control para evitar ese destino.

Hay un leve momento de libre albedrío, pero debemos pensar que esa libertad de pensamiento que aparentemente se ha logrado con la posibilidad de la educación en la ciencia, en las artes y en otros espacios de la cultura, son apenas asomos de lo que la Chispa Divina traerá a la vida de la humanidad.

Hemos hablado en otros espacios de que los seres humanos son plantillas energéticas con una férrea programación de la cual poco o nada puede evadirse... La libertad de pensamiento interior en el ser humano es apenas un juego de sus vectores mentales y emocionales sin que ello sea realmente una gran novedad para él y para su cotidianidad.

Sin embargo, hay una pequeña o pequeñísima puerta para la humanidad que el mismo Gran Arquitecto pretende siempre abrir para los buscadores y a través de la cual se accede a un mundo totalmente nuevo: es lo que nosotros llamamos la Alquimia y a la que se accede cuando se buscan nuevas posibilidades de encuentro con el Ser Divino que habita entre los pliegues y repliegues de nuestra supuesta consciencia.

Cuando un buscador sincero de forma intensa vive y trabaja para elevar su pensamiento hacia lo divino, de una o de otra forma recibirá respuesta. A nosotros nos parece muy entretenido ver que la humanidad es una manifestación de la divinidad y que ella lo olvide en su profundo sueño. Pero es así y poco o nada podemos hacer más que escribir unas líneas y contárselo. Nadie la obliga a que asuman esta vida que mencionamos aquí.

El problema, o la dificultad, mejor, está en que se abran los portales por medio de los cuales las personas puedan ingresar a su profundo mundo interior y que luego de ello puedan comprender lo que les ocurre. Para nadie es fácil ese proceso que tiene varias etapas para que ello lleve a la transformación real.

Pero para todos a quienes ocurre esto, las cosas se suceden en el silencio y en la meditación. Es algo gradual, paulatino y que poco a poco despeja las dudas.

En el Martinismo existe una forma de oración que Louis Claude de Saint Martín entregó a la humanidad y que es una curiosa mezcla de misticismo y la búsqueda del arrobo espiritual, o lo que los eruditos del pasado llamaron el "estado de gracia".

Esta oración se hace creando un espacio físico con unos elementos particulares de la Orden Martinista y Martinezista Iniciática en Colombia - OMMI y en ella dedicar algunas horas a la semana a esta actividad de forma privada. Se trata de establecer en el mundo interior (y en el exterior, obviamente) un espacio de silencio y en esa concentración que es de carácter pasiva y que no pide absolutamente nada, ver que el Genio o la Chispa Divina opera sobre el corazón propio.

Esto en teoría debería producir una alquimia permanente en quien se dedica a la oración. Para Saint Martín esta forma de oración es una meditación pasiva que busca la teúrgia en el corazón humano, o sea, que la Divinidad empiece a operar de forma activa, que sea ella la que asuma el proceso sagrado teúrgico de transformación.

Saint Martín rechazó las prácticas teúrgicas de Martínez de Pasqually que eran exteriores (aunque conllevaban una preparación de tipo casi monástico sacerdotal que también producía efectos espirituales e iniciáticos). De igual forma pensó Papus y en ello se explica que muchas cosas pueden salir mal en el escenario de una invocación de espíritus desencarnados o de utilizar la herramienta del médium. Decía Saint Martín que era preferible asumir su oración como forma de contacto con el mundo espiritual y que en ello fuéramos también cuidadosos para evitar caer en un ilusionismo.

En esa oración el asunto siempre es mantener la compostura y trabajar con la observación del pensamiento como uno de los factores que entorpecen la verdadera vida espiritual sana y verdadera. La Divinidad guiará a quien trabaja de esta forma hacia una completa vida espiritual porque el operador, el orador, no debe pedir nada ni pretender nada en lo absoluto.

La Divinidad se manifiesta en el silencio del corazón sangrante y anhelante del retorno a su Fuente

Gran Logia de la Orden Martinista y Martinezista de Colombia
orden.martinista.iniciatica.omi@gmail.com
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