La Oración Martinista: vía directa con la divinidad

Práctica

La oración Martinista es hacer silencio mental y emocional y tratar de que el fluir del pensamiento sea cada vez menor o por lo menos, cada vez menos conflictivo. El silencio mental NO EXISTE y solamente las prácticas llevan a que nuestra mente pueda trabajar cada vez menos con la representación de apetitos instintivos, ecuaciones mentales laberínticas, de charla mental, etc. Deben fluir pensamientos positivos y armónicos (aplicar la voluntad). No debe aceptar pensamientos poco claros y sin embargo, deje que fluyan, pero apártelos observando sin combatirlos, solo desarrollando comprensión sobre ellos y así será más fácil desviarlos.

La práctica

El Martinista tiene un lugar llamado Oratorio en el que desarrolla sus meditaciones y trabajos individuales. Es una mesa con los elementos propios de la Orden 

El resultado es que luego de cada práctica, se haga el practicante consciente de que la mente y las emociones sean cada vez menos apremiantes en sus imposturas y necesidades... Siempre, hay que dar a este mundo lo que pide de forma modesta y humilde, y se debe dar a lo sagrado lo que pueda "pedir".

Para el Maestro el perfecto silencio de las instancias humanas da paso a que la Divinidad se exprese. Lo que ella va a decir, será el resultado del trabajo del practicante. Debe guardar íntimamente lo encontrado hasta que un Maestro calificado le pueda orientar.

Por último, es interesante entender que la imaginación es la puerta a lo desconocido y que a través de ella llegan muchos mensajes sobre los que hay que meditar. Muchas de las grandes cosas que ha concebido un ser humano surge de allí, por ello es que llamamos la atención sobre esto.

Otro aspecto importante es el estado de pasividad en la oración Martinista. Estar alerta a cualquier cosa que surja del interior es también una fuente de nuevas ideas y perspectivas. Cuando medite, o desarrolle la oración Martinista como la planteamos aquí, permita a la mente divagar y trate de observar sin perderse en los laberintos de pensamientos y sentimientos. Analice de la forma más rigurosa que pueda todo lo que venga con el río de los pensamientos.

Recordemos que la Divinidad envía siempre su sabiduría a cada instante, es más, es un influjo de sabiduría  permanente sobre la humanidad, pero solo a nosotros corresponde comprender que esto ocurre aquí y ahora a cualquier persona de buena voluntad que se tome el trabajo de realizar estas prácticas.


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